miércoles, 20 de junio de 2007

Reflexiones en torno a la Pedagogía de Primeras y Segundas Lenguas

Ana Carolina Peña – Unicef México


Yo soy un niño viejo del pueblo Tseltal, y como niño quisiera bien que me enseñaran la lengua de mi gente”

Don Juan Hernández Meza, rezandero.



En San Cristóbal de las Casas, la mañana del 17 de mayo, Don Juan Hernández, un hombre indígena de edad avanzada, ilol (rezandero) en su pueblo, entre el humo del copal y ante un pequeño santuario tradicional dibujado en forma de círculo con pétalos, granos de maíz, flores y otros elementos sagrados para la cultura maya, celebró una emotiva ceremonia para dar la bienvenida y bendecir a los mas de 80 participantes al taller “La Pedagogía de Primeras y Segundas Lenguas”, en su mayoría maestros indígenas de varias regiones de México, reunidos allí con el propósito de rescatar su lengua y su cultura.

En un país donde hay 62 lenguas vivas no es de extrañar que en un total de 84 asistentes indígenas, provenientes de 8 diferentes estados, se registraran 20 diferentes lenguas. Ésta es apenas una pequeña muestra de la diversidad lingüística y cultural que está presente en el México de hoy.

La invitación al taller se dio en el marco de actividades previas al “Segundo Congreso Nacional de Educación Indígena Intercultural” que tendrá lugar en la ciudad de Oaxaca, México los próximos 25, 26 y 27 de Octubre. La doctora Lois Meyer, lingüista y pedagoga, se trasladó desde Alburquerque, Estados Unidos, su lugar habitual de trabajo donde forma parte de la plantilla académica de la Universidad de Nuevo México, hasta San Cristóbal de las Casas, Chiapas, para impartir el taller “La Pedagogía de Primeras y Segundas Lenguas”.

En los últimos 8 años Lois Meyer, ha viajado incontables veces a Oaxaca para apoyar a la organización “Coalición de Maestros y Promotores Indígenas de Oaxaca A.C.”, mejor conocida como CMPIO, grupo de entusiastas maestros indígenas, en su mayoría de nivel de preescolar, en la aplicación de proyectos de formación docente y programas bilingües.

La pasión y el objetivo de Lois Meyer es ver hecha realidad una educación bilingüe que sea comunal, netamente de y para Oaxaca, en manos de maestros indígenas oaxaqueños. Por eso la preocupación de formar líderes dentro de los mismos maestros.

Mantener a un grupo tan grande trabajando intensamente por tres días sólo se pudo lograr gracias a dos constantes: la habilidad pedagógica de Lois Meyer y la voluntad de los maestros de aprender métodos que ayuden a preservar su lengua y cultura.

“La pregunta esencial es cómo construir una escuela que sea un espacio comunal, cultural y académico para formar niños indígenas bien educados y preparados para el siglo XXI”.
Lois Meyer

Durante los 3 días del taller, el curso empezaba formalmente a las 8 de la mañana, “hora de Dios” como le llaman en Chiapas al horario que no cambia con el impuesto oficialmente horario de verano, porque en Chiapas, al igual que en el resto de la América indígena, conviven muchos mundos, con geografías y creencias distintas, que son tan reales como las diferencias entre mestizos e indígenas.

Así lo manifestó un maestro tojolabal quién durante el taller compartió la siguiente anécdota: “invité a mi comunidad a un amigo mestizo y cuando fuimos a pasear por los alrededores de mi pueblo, pasamos por un lugar que para nosotros es mágico, donde sabemos se aparece el “sombrerón”, personaje mítico en mi pueblo que hace que los hombres se pierdan; así que mientras yo estaba sumamente preocupado por esta manifestación extraordinaria, mi amigo mestizo caminaba aterrado por la presencia de insectos y de reptiles”.

La doctora Meyer no sólo abordó hábilmente cuestiones pedagógicas, sino que, con respeto y sensibilidad guió al grupo a enfrentar y debatir el difícil reto de mantener la identidad y los valores indígenas en un mundo globalizado. Como comentó un maestro participante:

“Cuando la cultura indígena es fuerte, puede el sujeto salir y aprender cualquier otro idioma y vivir en otras culturas sin perderse”.

Como sucede cuando muchas personas están en un sitio para un mismo propósito, el grupo, después de las primeras horas, se convirtió en una familia cuyo objetivo fue el defender su derecho a no ser discriminados, a lograr dar a los niños de sus pueblos una educación acorde a su cultura.

Durante tres días, como una familia unida, este grupo de maestros vivieron diferentes estados de ánimo, pasando de de la euforia de percibir el legado indígena como una gran fiesta llena de riquezas culturales, hasta cuestionar su razón de seguir luchando por mantenerse en un país donde para la mayoría, para ese gran enjambre mestizo, ajeno a la riqueza cultural de los pueblos indígenas, hablar una lengua indígena es señal de pobreza, marginación y fuente de discriminación.
“Yo no sé qué estamos haciendo aquí -dijo un maestro mixteco de Guerrero durante su participación- , estamos condenados a desaparecer, no tiene sentido luchar contracorriente.” A lo que una maestra p´urhepecha de Michoacán le contestó: “si estamos aquí es porque tenemos una chispa, que en algún momento se puede convertir en un fuego para rescatar y enseñar nuestra lengua”.

También como en familia, los maestros compartieron las dificultades a las que cotidianamente se enfrentan en sus comunidades; “algunos padres de familia –comentó uno de los asistentes - no quieren que se les enseñe la lengua originaria a sus hijos, dicen que, como a ellos, no les servirá de nada”. Otro maestro opinó que con la dificultad que hay en la actualidad para encontrar trabajo en este país, mejor sería que los niños indígenas aprendieran a hablar inglés, pensando en que tarde o temprano emigrarán a los países del norte.

Los maestros allí presentes coincidieron que el objetivo del taller y del enfoque de su profesión, es lograr en sus comunidades el desarrollo de una escuela bilingüe e intercultural donde los niños indígenas aprendan la cultura de su contexto particular y también puedan entender el mundo que los rodea. Los niños mexicanos –según la “Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas en México”- tienen derecho a recibir educación en la lengua que ellos hablan. Un maestro comentó: “los niños indígenas son discriminados en la escuela por no dominar la lengua en la que se educa, además, los contenidos de los libros están descontextualizados ¿qué significa un semáforo para un niño en una comunidad indígena rural?”

Para que los niños indígenas tengan acceso a libros escolares escritos en su lengua, el taller incluyó también técnicas pedagógicas para producir libros y material didáctico con contenidos que sean significativos para la comunidad donde está la escuela.

Hay muchas técnicas pedagógicas para enseñar lengua indígena, y muchos niveles de manejo y práctica de la lengua en las comunidades, pero la
clave para una educación bilingüe eficiente está en la comunidad. Lois Meyer, al igual que muchos de sus colegas, sostiene que la escuela por si sola no puede preservar una lengua; es tarea de la comunidad en conjunto. La escuela, entonces, refuerza y transmite la identidad cultural y la lengua convirtiéndose en una importantísima herramienta para formar niños indígenas con educación intercultural, preparados para enfrentar el mundo actual.

“El Nido de Lengua” es una de las propuestas que Lois Meyer planteó ante el grupo para mantener viva la cultura. Este programa de “inmersión total en lengua” se inició en la comunidad indígena Maori en Nueva Zelanda y desde los ochenta, ha sido un instrumento muy efectivo para revitalizar la lengua en niños de educación inicial y preescolar. La técnica consiste en crear en la comunidad un espacio casi familiar, donde personas mayores pasan varias horas cuidando a niños pequeños, hablando solamente la lengua originaria. Los gastos son asumidos por el gobierno local y por las familias.

El proyecto “Nido de Lengua” impactó a los asistentes por el potencial de aplicación en comunidades donde los habitantes valoran su herencia cultural indígena y están ávidos de recibir programas educativos bilingües e interculturales. Muchos de los asistentes dijeron que en sus comunidades, aunque los mayores continúan hablando la lengua, los pequeños apenas reconocen unas palabras. Un maestro recibió la aprobación del grupo cuando dijo que implementaría “El Nido de Lengua” empezando por su propia casa.

“Los proyectos implantados desde arriba no funcionan –dijo uno de los maestros- ¿cuántas veces asistimos a cursos sólo por cumplir con el programa?...resulta que en muchas partes, se pone el dinero por delante y luego el proyecto. Primero debería haber el acuerdo comunitario y luego el proyecto y su financiación”

Para que los niños encuentren sentido a las palabras, la lengua debe ser parte del contexto social y de la cosmovisión de su pueblo. La lengua –dice Lois Meyer- debe de estar en todas partes. Los niños deben poder leer los anuncios en las calles escritos en lengua, que digan “papelería”, “ayuntamiento” etc.”

Ti bia´ nachudé nexhe´ lade chupa
Laa nga naca ti bixidu´.
Ti bia´ dxandipe´nayúlaxhaata´,
Laa nga guendausiaanda´.
Biá´si galahui´cani
Zuhuaa guendarietenala´dxi´.
La distancia mas corta entre dos cuerpos
es un beso.
La más larga,
el olvido.
El punto medio es el recuerdo.

Poema en zapoteco del Istmo de Tehuantepec
De Enedino Jiménez

En los pueblos indígenas donde hay grupos activos interesados en preservar la cultura, en donde el alfabeto está ya consensuado, los hablantes no sólo están rescatando y escribiendo en lengua historias ancestrales, sino que generan poesía y literatura de vanguardia.

Hay mucho trabajo que hacer para los maestros que desean ofrecer a sus alumnos una educación bilingüe e intercultural, los retos son enormes, pero está claro que cualquier proyecto que se implemente debe partir desde la comunidad, con la comunidad y para la comunidad.

No hay comentarios.: